Inauguración
La inauguración del Energy Day 2025 marcó el inicio de una jornada de trabajo colaborativo en un espacio de oportunidades y crecimiento. El proceso que actualmente está atravesando el país permite alinear las necesidades energéticas a nivel nacional con las oportunidades del mercado internacional con la finalidad de fortalecer vínculos comerciales, sostenibles y de desarrollo económico.
Se enfatizó la importancia de la colaboración entre el sector público y privado con la intención de acelerar la transición energética del país mediante los mecanismos de planeación que buscan crear procesos más competitivos y transparentes.
La inauguración concluyó con un llamado a convertir el diálogo en resultados concretos. El Energy Day fue definido como un espacio para identificar sinergias y traducir las políticas públicas en proyectos tangibles que fortalezcan la infraestructura, impulsen el contenido nacional y posicionen a México como un actor relevante en la transición energética global.
Energía para potenciar el desarrollo industrial
“Hablar de desarrollo industrial hoy es hablar de energía: del tipo, del costo y de la visión con la que la producimos.”
México avanza hacia una matriz energética más diversa, asequible y soberana, capaz de garantizar servicios suficientes para el crecimiento industrial. La combinación de gas natural, cogeneración y nuevas energías limpias, en un ciclo integral del subsuelo y con innovación tecnológica, permite vincular productividad con sostenibilidad.
Durante este primer panel, se resaltó que los recientes instrumentos de planeación energética han aportado mayor certidumbre a los procesos de inversión, reduciendo los tiempos de evaluación y facilitando la coordinación entre sectores. Los nuevos esquemas regulatorios incentivan la participación privada en proyectos de inversión con objetivos específicos de desarrollo industrial y regional.
A su vez, se planteó que integrar energía y desarrollo industrial bajo una misma visión es encender el verdadero motor del crecimiento nacional con la capacidad de generar empleos de calidad y mantener la competitividad frente a otros mercados.
La nueva política pública energética y su interacción con el sector empresarial
“Una política energética moderna no se impone: se construye con confianza.”
Durante el inicio del segundo panel se coincidió en que la transición en curso busca integrar el crecimiento económico con la justicia social y la protección ambiental. La energía dejó de entenderse únicamente como un insumo industrial para convertirse en un instrumento de desarrollo social, capaz de cerrar brechas y fomentar la prosperidad compartida. Cuando industria y sector público comparten objetivos, los beneficios se multiplican: crecimiento, innovación y desarrollo comunitario.
Uno de los ejes centrales de la discusión fue el concepto de planeación vinculante, que establece metas coordinadas entre distintos niveles de gobierno, empresas y comunidades. Este enfoque permite alinear inversiones con objetivos nacionales de sostenibilidad, garantizar un uso eficiente de los recursos y promover la transparencia en la toma de decisiones.
Se señaló que la agenda debe focalizar áreas prioritarias y alinear incentivos para que cada proyecto sea bancable, medible y socialmente legítimo.
México Competitivo: Condiciones y Certeza para Invertir en el Sector Energético
“La inversión llega donde hay reglas claras y se queda donde se crea valor local con tecnología.”
La tercera mesa examinó las condiciones que determinan la competitividad de México como destino para la inversión energética. La competitividad del país se consolida cuando cada proyecto combina certidumbre regulatoria —reglas claras, procesos predecibles y contratos bancables — con valor local mediante contenido nacional y transferencia tecnológica: desarrollo de proveedores, capacitación de talento e ingeniería que permanezca en el territorio. En este marco, solares y eólicos pasan de meta ambiental a activo económico cuando se ligan a redes robustas, contratos de largo plazo y cadenas de suministro locales.
Se enfatizó que la inversión extranjera directa puede contribuir a la generación de empleos de alto valor agregado y a la transferencia tecnológica, siempre que se privilegie el contenido nacional
El panel concluyó que energía e industria forman un binomio inseparable. La capacidad de garantizar un suministro estable y limpio será determinante para mantener el atractivo del país en el contexto del reacomodo global de las cadenas de valor. México tiene la oportunidad de consolidarse como un nodo industrial sustentable, apoyado en una infraestructura energética moderna y resiliente.
Renovables y transición energética para el desarrollo
“La transición funciona cuando prevención, mitigación y adaptación se convierten en criterios de inversión con resultados medibles.”
La discusión sobre energías renovables se centró en la transformación estructural que atraviesa el sector energético y en cómo la transición hacia fuentes limpias puede convertirse en motor del crecimiento económico, la competitividad industrial y la cohesión territorial. Con base en ello, se coincidió en que México cuenta con recursos naturales excepcionales, motivo por el cuál la transición energética exige alinear la política de energía con la política climática: actualización de NDCs bajo el Acuerdo de París, acción climática transversal y cumplimiento al menor costo posible.
Se destacó que México ya contempla más de cuatro gigawatts de almacenamiento en su planeación a corto plazo, un hecho sin precedentes que permitirá aumentar la participación de las energías limpias y mejorar la confiabilidad del suministro. A la par, se resaltó la importancia de las tecnologías digitales para optimizar la operación de redes, monitorear consumo y reducir pérdidas.
Hacia el final del panel, se enfatizó la dimensión social de la transición energética. Las energías limpias no deben concebirse sólo como un vector tecnológico, sino como una oportunidad para generar prosperidad compartida. En diversas regiones del país, los proyectos renovables están impulsando empleos, capacitación y nuevos encadenamientos productivos, motivo por el cuál se insistió en que el desarrollo debe ser incluyente, incorporando a mujeres, jóvenes y comunidades rurales en los beneficios económicos y laborales derivados del cambio tecnológico.
Plan Estratégico PEMEX 2025 – 2035: Colaboración sector público y privado
“Colaboración sí: con gobernanza, competencia y calendarios creíbles.”
El plan estratégico para el periodo 2025–2035 define una nueva etapa en la política energética nacional, centrada en la soberanía, la autosuficiencia y la sostenibilidad. Se trata de una visión que busca reforzar la seguridad energética del país mediante la consolidación de la producción interna, la eficiencia operativa y la diversificación del portafolio de proyectos.
Establece metas concretas, como la reducción del 44% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, una disminución del 25% en emisiones de metano y la duplicación del reuso de agua en refinerías. A la par, se impulsa la rehabilitación integral del sistema nacional de refinación, la modernización de complejos petroquímicos y la expansión de la producción de gas natural. Estas acciones pretenden incrementar la rentabilidad del sistema energético y avanzar hacia un modelo más equilibrado entre rentabilidad económica y responsabilidad ambiental.
Un punto central del plan es la incorporación de contratos mixtos como mecanismo de colaboración con el sector privado. Estos contratos, que permiten la participación conjunta en campos maduros y proyectos de exploración, buscan atraer inversión y tecnología sin ceder el control estratégico de los recursos.
Por último, se subrayó que el equilibrio entre la política de hidrocarburos y la transición energética será clave. Si bien la estrategia incluye medidas de mitigación ambiental, sigue orientada en gran medida a la producción fósil, por lo que se llamó a integrar con mayor claridad proyectos de captura de carbono, bioenergías y generación eléctrica limpia. Se reconoció que el reto no radica solo en producir más, sino en producir mejor: con eficiencia, innovación y visión de futuro.
Energía desde los estados: Innovación y desarrollo regional
El último panel centró la discusión en el papel de los gobiernos locales en la política energética. Se coincidió en que los proyectos energéticos adquieren legitimidad y efectividad cuando se diseñan desde el territorio, incorporando las necesidades y capacidades de cada región. La energía se reconoció como un factor de cohesión social y desarrollo regional, capaz de generar empleo, promover innovación y mejorar la calidad de vida en comunidades marginadas.
Se destacó la importancia de los esquemas de coordinación interinstitucional. La cooperación entre entidades vecinas y la planeación conjunta de infraestructura —como gasoductos, líneas de transmisión y centros de innovación— contribuyen a crear ecosistemas energéticos regionales más integrados. Este modelo descentralizado promueve la competitividad y reduce desigualdades territoriales.
El panel concluyó que la innovación y la participación ciudadana son elementos esenciales para el éxito de la política energética regional. La transición debe entenderse no sólo como un proceso técnico, sino como una estrategia integral de desarrollo económico y social que fortalezca el tejido productivo local y la gobernanza democrática
Conclusión
Energy Day 2025 reflejó un consenso amplio: la energía es el eje de la competitividad nacional y la base sobre la cual se construirá el crecimiento sostenible del país. Las reformas recientes, los instrumentos de planeación y la cooperación entre sectores delinean un modelo más equilibrado, inclusivo y moderno.
Los paneles evidenciaron que la seguridad energética y la sustentabilidad no son objetivos opuestos, sino metas complementarias. La innovación tecnológica, el fortalecimiento del contenido nacional y la coordinación territorial permitirán que México avance hacia una transición ordenada y justa.
El evento reafirmó el valor del diálogo entre sectores para transformar las políticas en proyectos concretos y las ideas en acción. La energía, más que un recurso, se consolida como un catalizador de desarrollo y bienestar para las próximas décadas.
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